Madrid como urbe comienza con vieja fortificación en época del califato, como vigilia del paso desde Al-Andalus al sur, a tierras del norte. Poco queda de esa época más allá de restos de la muralla del Emir Mohamed I, a quien se atribuye la fundación de la plaza, cuyo nombre puede venir de las palabras árabes "Magarit", cauces de agua, o "Ma' Yalid", agua de nieve, lo que cobra sentido al ser una zona de abundante y buen agua. El primer madrileño cuyo nombre es relevante en términos históricos es, Maslama El Madrileño, científico y matemático. El Madrid anterior a los romanos fue habitado por los famosos Carpetanos. Para hablar de Madrid en época romana, lleva a hablar sobre Complutum, la actual Alcalá de Henares, con más de 15,000 habitantes. Además de eso, dejan numerosos puentes y calzadas romanas y otros asentamientos, en la Sierra de Madrid. El alcázar musulmán se encontraba en el lugar del más tarde alcázar de Madrid, ahora Palacio Real de Madrid.

Es inevitable ir hacia adelante y hacia atrás en el tiempo en una villa con tanta historia. Adelantando el reloj, muy cerca de la Puerta del Sol, empezará esta experiencia bebiendo del mismo botellero que bebía Isabel II, Alfonso XII o Galdós, entre paredes que guardan secretos como las de este edificio, primer restaurante de Madrid, al que acudía a comer Isabel II y en que, durante una de sus visitas, se deja su corset en una de las salas privadas del restaurante, por motivo bastante curioso. El reloj de relojes, situado en la Puerta del Sol, sobre "La Casa de Correos", datada del siglo XVIII, nos deja el curioso secreto de la historia del fantasma que habitaba el edificio, y en que está involucrado el Maestro Arquitecto de la Villa, Ventura Rodríguez.

Verá el horno del siglo XVIII del restaurante más antiguo del Mundo, abierto desde 1725. No eran callejuelas precisamente seguras pues en los siglos entre el XVI y el XIX, todo buen madrileño y todo quien pretendiera sobrevivir ante cualquier situación que se tuerza, llevaría espada y un arma de filo más corto, un cuchillo al otro lado de la cintura. Todo lo ocultaba la característica capa, que siguen llevando a mucha honra, muchos madrileños, quienes se enfurecen en el Motín de Esquilache, contra D. Carlos III, en marzo de 1766, por que el rey ordenara se haya de acortar la capa tan esencial para el gato. Tras años de llamarse "gatos", los madrileños se merecieron el atributo de "matasietes". No había más remedio que serlo en revoltosas épocas, entre guerra de comuneros, de Tercios de Flandes, de maleantes y falta de fuerzas del orden, de bandoleros y matones caza recompensas, en un Madrid más hostil del que conocemos hoy, con duelos de honor en estas calles por que paseará, a la orden del día. Con tan sólo anunciar la prohibición, el pueblo se echa a la calle, el rey huye a Aranjuez, y tan sólo un día más tarde, revoca la decisión sobre acortar la capa al madrileño. Atravesar la Cava Baja o Cuchilleros permite sentir el latido de una calle comercial de épocas pasadas. Aquí verá Posadas centenarias como la del León de Oro o como la Posada de la Villa. Cava se refiere a cueva, del árabe "Kahf", y es debido a que a través de pasadizos tipo cueva se movían los suministros del exterior al interior de la muralla, por debajo de esta. Permanecen sus restos hasta el día de hoy, bajo los edificios de esta calle o bajo los de la Plaza de Oriente. Más tarde llegaría el ambicioso proyecto urbanístico de la Plaza Mayor, con 405 años de historia. La cercana Calle de Santiago sería la vía principal de su época, antes de que lo fuera la Calle Mayor u hoy en día, la Gran Vía o la Castellana.

Fluían varios arroyos por el pleno centro de la villa, por las actuales calles Mayor y Arenal. La arena de riberas de estos arroyos dan nombre a esta calle. Los cauces bajaban hacia lo que fuera el Alcázar de Madrid, ubicado donde el actual Palacio Real de Madrid. Aquí verá el edificio más antiguo de Madrid, la Casa de Lujanes, con la estatua de Álvaro de Bazán y la sede del Ayuntamiento, Casa de Cisneros. El Cardenal Cisneros es un personaje clave en su época. Entre sus logros, establecer la Universitas Complutensis. Este rincón de Cisneros nos devuelve a épocas de Felipe II, las intrigas contra el mismo, el espionaje y su espía estrella: D. Miguel de Cervantes, quien, lo último que fue, es literato.

En el Jardín del Príncipe de Anglona, respirará el aire de uno de los jardines históricos con más encanto de España, en el lateral del palacio del Príncipe de Anglona. A la vista desde este jardiín palaciego, la Plaza de la Cruz Verde, donde se quemaban a herejes en tiempos de la Inquisición. Escarbar en los orígenes para saber por qué se llama a este barrio, La Latina, refiriéndose a Beatriz Galindo. A apenas unos metros, se encuentra la Morería, cuyo nombre indicaba que era la parte de la villa que habitaban moros tras ser tomado Madrid por los reinos cristianos.

Entre por la puerta de este edificio del siglo XVIII donde le espera una cena en este espacio auténtico del Viejo Madrid, con ambiente que transporte claramente al comensal, a otra época. Situado entre las callejuelas del Madrid de hace siglos y con una cocina tradicional madrileña, castiza y con influencia de cocina de toda España y más países. Disfrute de rincón privado con encanto, con mesa para hasta 8 comensales. Aquí se sentirá cómodo en espacios de colorido, cuadros, espejos y detalles del pasado como las lámparas de bronce o los techados de madera tallada y pintada.

Cocina de mercado del chef de referencia de la villa, con influencias de las cocinas de Marruecos, la India, Chile, Japón, Italia y Francia. De entre su variada oferta, ensaladas con verduras del huerto exquisitos, en especial la variedad de tomate madrileño empleada, aliñadas con aceite de oliva especial AOVE de Jaén y vinagre de Jeréz Finca Terral. Un cocido madrileño elogiado por todo el barrio. Huevo de corral para los mejores huevos rotos tan castizos, con jamón. Carne madurada de vaca gallega exquisita, cachopo o salmorejo. Carpaccio de buey o lomo de ciervo con calabaza asada y reducción de su jugo. foie al Arroz meloso de Carlota, con boletus, foie micuit y lascas de parmesano. Cecina de León con membrillo y parmesano. Tataki de lomo bajo exquisito. Cordero con cuscús. Termine con una tarta árabe: pasta filo frita, con crema pastelera, azúcar glas y almendras laminadas, entre otras opciones de dulce casero. La experiencia gastronómica especial en Madrid, que le espera este fin de semana. Descubra la Carta de la Experiencia.

La bodega le brinda una variedad de caldos de muchas partes para acompañar su comida entre estas calles de piedra centenaria de Madrid. Tintos como Rioja Crianza Alcorta tempranillo. Tinto Rioja Ysios. Tinto Finca Resalso de Bodegas Emilio Moro. Rosado Gran Feudo o blancos Albariño y muchos más en esta antigua casa del siglo XVIII. Tomar uno de los cocktails de la casa, sentado en esta callejuela del Madrid de hace siglos, es una sensación de vivir el Madrid auténtico. Está invitado a copa de licor o ginebra de Madrid.